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La rebelión de los Zendales


La Rebelión de los Zendales
Ronald Flores

Tzonatzin, diosa de la madre tierra, reencarna en una voluptuosa joven indígena de la etnia zendal. Los rituales sagrados se inician y anuncian la restauración del orden natural de las cosas en estas tierras dominadas por y para la gracia de Dios. La eterna guerra contra la injusticia tiene una nueva voz con esta novela épica que hace de la rebelión indígena de 1714 una excusa para retomar un tópico tan humano y a la vez tan divino.

En la rebelión de los zendaes, Ronald Flores nos comparte acontecimientos que no son tan accesibles en el recuento "oficial" de la historia colonial. Nuestro pasado no es de sometimiento total, también es de resistencia activa. Verdaderamente el oprobio no le ha restado dignidad a nuestro pueblo.

(Texto de contraportada)


Éste fue el libro para el mes de julio de Lectores Chapines. En la reunión tuvimos el gusto de contar con la presencia del autor, el propio Ronald Flores hablando de su libro.

Me gusta la forma en que está narrado. La mezcla de lo histórico con lo mágico, lo sensual, lo político...

En ocasiones me causó conflicto lo corto de los capítulos, pero creo que estaba bien justificado.

La historia de la humanidad está llena de pasajes oscuros, pero es más fácil identificarse con algo más cercano, más local y cuyo contexto se comprende un poco mejor. Una de las cosas que más me llamó la atención fue la forma en que retrató lo que es el sincretismo religioso como en el pasaje donde colocan una cruz dentro de una cueva, el símbolo del dios hombre dentro del símbolo de la diosa mujer. Convertidos al cristianismo y adaptandolo a sus propias creencias. Ese tipo de sincretismo aún está muy arraigando en la cultura de nuestros pueblos. (Aunque claro, esta escena dentro del libro también tiene una connotación de otra naturaleza)

Algunas de las frases que más me llamaron la atención.

El poder siempre necesita de personas surgidas de los bajos fondos, acostumbrados a tratar con rudeza a sus semejantes, dispuestos a someterse al régimen que les impongan sus superiores.


El canto del gallo a veces semeja una plegaria proferida por una persona desesperada.


Los nativos sabían que no sería la balanza sino las monedas las que abriría las rejas.


La sangre a la sangre llama.


Del mismo autor tengo en mi lista de pendientes: El último silencio y Stripthesis.

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Nostalgia (II)

En la entrada anterior les hablaba de los recuerdos de mi infancia que se despertaron por una corta visita a la zona 10. En cuanto cerró el restaurante, las visitas a la zona viva cesaron algunos años, al menos hasta que me llegó el turno de realizar las prácticas.


Cosas que quedaron en el pasado
Parte 2 de 2

Mientras iba en el bus hacia la reunión de #twiterasgt vi el edificio del Club Guayacán. Entonces recordé aquellos días de septiembre del 2002, cuando estaba presta a graduarme del diversificado y el edificio aún estaba en construcción. Como estudié Mercadotecnia y Publicidad, hice las prácticas de mercadeo en Banco Uno. Fue en los días en que cambiaron su imagen corporativa y estaban en medio de un sorteo.

Me aburría bastante, a decir verdad, porque ya había descubierto que lo mío no era la mercadotecnia sino la publicidad (en realidad, el Diseño Gráfico) y tampoco había demasiado trabajo que hacer. Pasaba las tardes doblando cartas, armando paquetes de cupones raspables, haciendo de cliente secreto (espía), o viendo por la ventana del escritorio.

Eso, del lado negativo.

Ahora que lo veo en retrospectiva, aquellos días me sirvieron de mucho. Me enseñaron a ir a cualquier lugar en camioneta, a tratar con la gente, a conversar por teléfono con los encargados de atención al cliente.

Recuerdo que entraba a las ocho. Por eso me tenía que levantar muy temprano, arreglarme rápido, caminar varias cuadras para tomar la 82 a las siete de la mañana y dormir una hora extra en el bus. Gracias a Dios nunca me quedé dormida porque no conocía mucho más allá de donde me tenía que bajar.

Mi papá ya tenía un horario normal de trabajo y a la hora que yo salía de la oficina, él podía pasar a recogerme y así por un mes tuvimos la oportunidad de conversar en el camino de regreso. No solíamos cenar, al menos no todos juntos. A veces comíamos algo, si nos daba hambre, pero no era muy a menudo.

Sí recuerdo que, aún cuando nosotras eramos ya mayores, nos acostábamos todos en la cama de mis papás a ver televisión. Son estos pequeños detalles diarios los que a veces extraño, esas pequeñas rutinas como la taza de té de media noche de mi infancia. Aunque ahora tenemos nuevas.

Vi tantos edificios nuevos en el camino, otros que cambiaron, algunos que sólo perdieron su nombre. El rostro de la ciudad cambia día a día, casi al mismo ritmo que lo hace nuestra vida. Siete años y ya me parecía estar en otra ciudad.

Seis años después de aquellas prácticas, el EPS me llevaría de vuelta por aquellos lados (o cerca). Me sentí como en un Deja Vu, solo que mi horario era más libre y no iba tan seguido. Aquello fue toda una experiencia para mí, me hizo ver lo dificil que era mi carrera cuando no tienes el respaldo de una empresa (o la experiencia de ésta) detras de tí.

Hay épocas de mi vida que recuerdo y puedo decir: Esa fue la época en la que estaba escribiendo tal historia. Éstas dos etapas las recuerdo como aquellas en las que tuve que dejar de lado mi oficio de escritora. ¿A qué hora iba a sentarme a escribir? De la primera no recuerdo cual fue la que dejé de escribir, creo que podría tratarse de alguno de los capítulos de mi interminable y querida serie. De la segunda, tengo muy presente que tuve que cortar con el hilo de En la Oscuridad. Menos mal lo hice, porque el giro que eso le dio a la historia la hizo mejor de lo que tenía planeado.

Entre las prácticas y el EPS se dieron otras dos situaciones en las que frecuentaba la zona 10. La primera, la Iglesia. La segunda, el trabajo.

Corría el año 2007 y yo, estudiante ya de la Licenciatura, debía conseguir trabajo. El primero de mi vida que involucrara el diseño gráfico. El año anterior, para lograr el cierre de pensum en el técnico de la carrera, tuve que hacer prácticas (otra vez) y eso significó dejar el pequeño trabajo que tenía en un colegito, dándole clases de computación a los niños.

En el diversificado yo quería estudiar diseño gráfico o magisterio... mis papás se negaron al magisterio y me dejé convencer que Merca y Publi era tan bueno como Diseño Gráfico. Si en las prácticas de Merca descubrí que esa no era mi vocación, en mi trabajo de maestra descubrí que esa tampoco lo era. (Sí me gusta enseñar, pero no tengo tanta paciencia con un monton de niños).

Esa época fue un poco rara para mí. Dejar de estudiar todos los días para ir sólo la noche del viernes y el sábado desde la mañana me dejaba bastante tiempo libre. Además de que llegó el internet a mi vida.

Creo que pasé seis meses conociendo el internet y a principios de ese año descubrí un mundo que me abriría a muchas opciones y oportunidades de crecer y que me animó a convertirme en escritora; mas bien, una escritora que publica su obra.

Mientras tanto, la búsqueda de trabajo seguia. Dos veces tuve entrevistas en oficinas que se ubicaban en la zona 10. De nuevo, el edificio géminis entró en escena y a pesar de que no pude obtener el trabajo ninguna de las dos veces, me dio la oportunidad de volver a aquel lugar de la infancia. En aquellos días, el lugar que alguna vez perteneció a La Tertulia, se convirtió en Tacos Órale, negocio que no pegó.

Regresé allá una vez más, cuando conseguí el trabajo que ahora tengo, a recoger mi carnet de identificación. También por las relaciones laborales, pude conocer el interior del edificio del Club Guayacán, ese que estaban construyendo durante mis prácticas.

Mientras iba en la camioneta, una vez más a visitar el edificio Géminis para encontrarme con la gente que marca otra etapa en mi vida, recordé cuantas veces hice aquel camino, algunas veces con tedio, otras con esperanza y otras con ilusión. Rememoré cada una de las etapas de mi vida, y pensé en cómo todos los días podemos pasar por ciertos lugares que parecen insignificantes, pero no sabemos cómo marcarán nuestra vida, lo que nos recordarán o lo que nos deparará el tiempo.

¿Qué lugares marcan su vida?

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Nostalgia (I)

El día 7/08/09 se hizo una pequeña reunión de Twitteras Chapinas en el Edificio Géminis de la Zona 10. La presencia femenina entre los twitterosgt es bastante poca, pero debo decir que todas son personas muy agradables y que vale la pena tenerlas entre la lista de follows y más entre la de amigas.
Sin embargo, no es ese el tema principal de este post, aunque fue por esa reunión que vino a mi mente la intención de escribirlo. Es una entrada bastante personal que se origina de mis memorias. Como vi que se estaba haciendo demasiado largo, decidí separarlo en dos partes. La intención de éstas entradas es que puedan conocerme un poco mejor y un ensayo a la autobiografía.



Cosas que quedaron en el pasado
Parte 1 de 2

Esta tarde, mientras me dirigía a la mencionada reunión, me di cuenta de lo poco que salgo últimamente. Pasan semanas para que yo decida salir de paseo y no porque no me guste, pero en los últimos meses pareciera que a los únicos sitios que voy son la oficina y la iglesia que están muy cerca de mi casa. Antes por lo menos iba a la universidad y pasaba un rato con las amigas. Extraño a veces los viajes en bus, lo que no extraño son las veces que me fui colgando en la puerta porque ya iba tarde o los días en que no había buses por algún paro. Como soy fanática de los instrumentos de escritura, cuando suben a vender lapiceros y marcadores, si llevo dinero, no puedo resistirme a comprar su oferta "mire, solo a cinco quetzales, mire, se lleva, mire..."

La zona 10 me trajo muchos recuerdos. No la frecuento mucho, pero he pasado distintas etapas recorriendo sus calles. Geminis despertó otros recuerdos más de mi infancia.

En la esquina que daba a la 11 calle de la Avenida La Reforma, existió por muchos años un restaurante, muy famoso entre algunos grupos, que tenía por nombre La Tertulia. Por las noches y los fines de semana ofrecía música de órgano en vivo y mi papá era el organista, lo fue desde que nació mi hermana hasta que cerró el restaurante (harán ya 6 u 8 años de aquello). Cuando era pequeña casi no lo teníamos mucho en casa —daba clases por la mañana o tarde— y por eso aprendí a desvelarme. Mi hermana y yo solíamos esperarlo a que regresara –pasada la medianoche, sobre todo los sábados y en vacaciones– y juntos tomábamos un té. Luego ya podíamos ir a dormir.

Los domingos era otra historia. Como el sábado nos desvelábamos todos, el domingo dormíamos hasta mediodía, solo para despedirlo porque pasaba en el restaurante hasta las seis de la tarde. Cuando regresaba, era costumbre ir a visitar a mis abuelitos y pasarla con mis primos.

Eran raros los días que lo acompañábamos al trabajo, la dueña del local nos tenía bastante cariño y podíamos estar en el restaurante casi como si fuera nuestra propia casa. Yo era bastante tímida y evitaba meterme a la cocina, aunque mi hermana sí lo hiciera.

Si el local no estaba muy lleno se prestaba muy bien para nuestros juegos infantiles. Con tantos sitios donde esconderse, corretear por allí resultaba realmente divertido y más de una vez los meseros tuvieron que hacer lo imposible para evitarnos mientras llevaban una bandeja llena de vasos, platos vacíos o comida caliente.

Como dignas hijas de mi papá, sabíamos tocar alguna que otra pieza. Él, fingiendo que nadie podía escucharme, me acompañó mientras tocábamos el Himno de la Alegría y los clientes habituales (que nos reconocían) comenzaron a aplaudir. Algunos hasta me dieron propina y recuerdo que esos fueron mis primeros 7 quetzales, solo para mí.


Aquellos domingos que llegábamos al restaurante desde mediodía y nos íbamos con él a las seis que salía. Almorzábamos allí, cantábamos las canciones que mi papá tocaba, nos acercábamos con él a verlo tocar, jugábamos en las salas vacías, (me ponía a dibujar o a leer para variar). Fue consecuencia de esas tardes que conocí las torres de Géminis 10.

A mi mamá siempre le ha gustado vitrinear. Ambos maestros, no contaban con un sueldo con el que nos pudiéramos dar grandes lujos —y jamás lo resentí—, así que nuestra distracción en los fines de semana era salir a ver vitrinas a la quince (15av. de la zona 6, de la 5a. a la 1a. calle), luego hicieron el Mega6 y pudimos variar las vitrineadas. Por eso acostumbrábamos ir de visita al Géminis, que no quedaba lejos de La Tertulia.

Hoy recorrí las mismas calles que en aquellos días. El perro que siempre molestábamos ya no debe vivir, los edificios han cambiado. Los almacenes ya no son los mismos y ya no se ve tan vacío como antes.

En la esquina contraria al restaurante quedaba un billar. Allí aprendí a jugar, bajo instrucción de mi tío Gustavo. Él nos dejó hace algunos años. El billar sigue allí, pero La Tertulia ya no existe. En su lugar hay una venta de motos. Todo ha cambiado, como siempre lo hará.

Mi papá nunca fue demasiado expresivo, pero para mi confirmación confesó que lo único que no le gustaba era no poder estar tanto tiempo con su familia por tener que estar trabajando por la noche. Años después, soy yo la que tiene ese horario de trabajo e incluso debo trabajar los domingos en la tarde. Ahora sólo puedo decirle: Gracias papi por todos esos años de sacrificio.

Continuará...

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La verdadera razón del pánico financiero en Guatemala

Un mensaje de 96 caracteres o un vídeo de 18 minutos no fueron los responsables del supuesto "pánico financiero" que se generó en torno a Banrural. La verdadera razón para que muchos cuentahabientes sacaran su dinero de la entidad en éstas últimas semanas es porque Guatemala sufre de "pánico financiero crónico".



¿A qué se debe?
Nuevamente hay que traer a una protagonista habitual de todas las crisis: La inseguridad.
No recuerdo cómo fue cuando los bancos gemelos quebraron. Creo que en esos días yo vivía en una burbuja porque no me enteraba de casi nada de lo que ocurría en Guatemala. Sin embargo, sí recuerdo lo que sucedió cuando quebró Banco del Comercio y Bancafé. Son tres heridas graves para el sistema bancario nacional de las cuales todavía no nos recuperamos.
El que todavía no se haya esclarecido ninguno de estos tres casos ha creado una especie de paranoia que a cualquier señal de que un banco se tambalea, se produce una especie de onda expansiva de retiros y todo sin la necesidad de que nadie diga una sola palabra.
Me recuerda mucho a lo sucedido recientemente con la ola de temblores que recientemente sacudió el territorio nacional por varios días. Si bien muchas casas se agrietaron y después de un rato de tanta movida empezábamos a marearnos, no creo que haya sido ni ligeramente similar a la fuerza de un terremoto. Sin embargo, muchas personas que vivieron en el 76 se llenaron de pánico temiendo la llegada de un terremoto.
Guatemala tiene un trauma financiero.

El señor Edgar Barquín, superintendente de Bancos, debería dejar de echarle el muerto a quien no tiene la culpa. ¿Por qué mejor no se pone a buscar la forma de encontrar los 82 millones que se "perdieron" del congreso, o utiliza todo su "conocimiento" de la tecnología para investigar a donde fueron a parar?
La cura para el pánico financiero no es poner en la cárcel por 5 o 10 años a una persona que sólo ironizó el acontecer nacional. El único remedio es que estos "misterios sin resolver" dejen de serlo y hacer que recuperemos nuestra fe en el sistema bancario nacional. Sólo así nos curaremos de ese "pánico financiero crónico"

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Un post por la justicia



Creo que para hoy ya no es desconocido para todos en Guatemala y para mis amig@s internacionales lo relacionado con el caso Rosenberg (#escandalogt) y que trae como consecuencia el injusto encarcelamiento de @Jeanfer, por un comentario en su cuenta de Twitter.
(Cincuenta mil quetzales de fianza, aprox $6,500, que aún se busca como pagar el préstamo. Se acepta ayuda internacional también. Más información aquí).

De esto ha salido la iniciativa de UN POST POR LA JUSTICIA, que se trata de redactar un post en tu blog, una opinión personal respecto a esta problemática que azota el país y al final del post enunciar alguna frase relacionada a la justicia. Me he enterado por Twitter y he decidido unirme a la campaña.

Va mi opinión:

Photobucket


Esta tarde tuve el honor de participar por primera vez en una protesta pacífica. Siempre he sido mejor observadora, pero me cansé de estar solo de éste lado de la pantalla y quería apoyar en persona y colaborar con mi firma. Llegué justo a tiempo para entonar el himno nacional.

Nunca en la vida había escuchado el himno ser entonado con tanta emoción. Años y años de actos cívicos en el colegio, actos protocolarios en universidades, etc. Jamás la maravillosa letra de nuestro himno había cobrado más sentido. Principalmente frases como:

Libre al viento tu hermosa bandera 
a vencer o a morir llamará; 
que tu pueblo con ánima fiera 
antes muerto que esclavo será

Creo que esta fue la filosofía de Rosenberg al grabar el mensaje, también el de el señor Musa y su hija. Aunque la muerte era una posibilidad, no se sometieron a los deseos de la gente corrupta, fueron fieles a sus principios.

Nuestros padres lucharon un día 
encendidos en patrio ardimiento, 
y lograron sin choque sangriento, 
colocarte en un trono de amor.

Sobre todo lo de "sin choque sangriento". No necesitamos de la violencia para volver a poner a Guatemala en el lugar de honor que tenía.

Pues sus hijos valientes y altivos, 
que veneran la Paz cual presea...

Ante todo, deseamos paz. Una paz verdadera, porque aunque dicen que ya firmaron la paz... ¿Cuándo fue la última vez que tuvimos paz al salir de nuestras casas, abordar un autobus, contestar el teléfono...?

No por nada tenemos el segundo himno más bello del mundo.

Ahora mi frase sobre la justicia:
En términos generales, la justicia trata de un ajuste, de darle a todos lo que se merecen. El Gobierno no debería ser un "Gobierno de los pobres", porque no deberían existir los pobres (los más pobres, porque nosotros no somos exactamente ricos), porque son pobres porque no tienen empleo, salud ni educación. El estado es el que debería garantizar esto a todos. 
Maite Sánchez, maiasnotes.blogspot.com


Como escuché decir desde muy pequeña: Hay que dar cañas y enseñar a pescar, no dar solo los peces. Siempre se ha sabido que es más fácil dominar a quien carece de información.

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Maia's Notes | TNB