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Contra todo pronóstico

A los doce años yo quería y podía ser muchas cosas. Estaba en segundo de secundaria, y comenzaba a pensar en lo que podría ser mi vida.

Quería ser maestra de música, pero me dejé convencer por mis padres de que no era buena idea, de que era una carrera muy sacrificada. Años después tuve la oportunidad de dar clases de computación a niños de primaria y le di muchas gracias a mis papás, porque no le tengo paciencia a los niños. Es diferente con los jóvenes y en clases privadas, que puedo hacer en mis tiempos libres.

Era buena para la matemática. Llegué a tener promedio de cien a medio año, y como eso me garantizaba ganar la clase, dejé de esforzarme y me descuidé de las tareas. Hubiera sido buena matemática. Se supone que los diseñadores gráficos no tienen ni idea de matemática y yo era la genio de mi clase.

Quería ser publicista. Soñaba con los Clío y no se que tantos otros premios. Quería ver mis anuncios en pancartas cuando saliera a pasear, quería abrir las páginas de un periódico y decir: Éste es mi trabajo. Estudié publicidad en el diversificado (lo que se estudia entre la secundaria y la universidad) y no era lo que yo pensaba. Me gradué de Mercadotecnia y Publicidad, que no fue de todo un desperdicio porque conocí a grandes amigas que ahora lamento no haber conservado. Sin embargo, ese tiempo me iluminó para decidirme por lo que soy ahora, Diseñadora Gráfica.

Ya sabía que quería ser escritora, y sin embargo no pensé en estudiar Literatura o alguna carrera afín. Siempre pensé que después de graduarme de Diseño tendría tiempo (antes eran sólo tres años y sólo era una carrera técnica), pero justo la convirtieron en Licenciatura y había una especialidad que siempre me llamó mucho la atención: Diseño Editorial. Estoy a un paso de graduarme y todavía veo tiempo, pero aún no decido si ir a alguna carrera así o mi otro gran sueño: Teología.

Mi pasión siempre han sido los libros, por eso los diseño, los leo, los colecciono (conforme me alcanza el dinero), y los escribo. Han pasado doce años más en mi vida y todavía son algo muy importante en mi vida. Creo que todo se debe a mis primeros doce años.

No tuve una infancia muy normal.... Pensándolo bien, sí tuve una infancia normal, la de una niña enferma. Tenía asma y nunca pude jugar como lo hacían los otros niños y con el pánico que mis papás tenían de que yo me enfermara, me cuidaban más de lo normal. Crecí encerrada en mi casa, apenas jugaba en el colegio, nunca tuve amigos en mi cuadra (y los que tuve no me pagaron bien). Por lo mismo, desarrollé más mi intelecto que mis capacidades sociales. Eso me hizo hacerme tan amiga de los libros.
Leí a muy temprana edad. Al poco tiempo había terminado con todos los libros de cuentos que tenía en mi casa, en la de mis abuelitos y en casi cualquier casa que visitaba. He sido ratón de biblioteca aún antes de comprender lo que era un libro. Lamento un poco el no haber tenido más amistades, pero hoy no cambiaría nada de mi vida.
Creo que ninguno de mis seres queridos hubiera imaginado que hoy me encontraría en éste lugar.

Dejé esta entrada programada desde hace algún tiempo y ahora que la leo me parece que tiene un aire de depresión, pero es completamente lo contrario. Estoy muy feliz de como ha resultado mi vida y tengo esperanzas de que todo irá avanzando para mejor. Si escribí esto, fue para que me conocieran un poco mejor.

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